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Hoy te queremos contar un cuento

  • Por Antonio Ariza Medina
  • 02 oct, 2018

Aunque no alarmante sí preocupante, al menos para nosotros, la economía se desacelera. Las previsiones de crecimiento para 2.019 se desaceleran; se estima un crecimiento del PIB en 2,3% y una inflación del 1,6%. El margen de acción se reduce considerablemente para el ciudadano de “a pie”, el verdadero sufridor de estos altibajos de la economía.

Situación que, para todos aquellos que conocéis bien a #Cedinem, sabéis lo que nos preocupa, pues entre otras cosas este enrarecimiento del entorno sólo significará mayor ralentización para las jóvenes generaciones en busca de su primer empleo y por supuesto “obligación” de conservar a toda costa un puesto de trabajo en caso de tenerlo, dado que no “está el horno para bollos” condenando a la persona, en muchas ocasiones, a tener vivir de algo con lo que nunca soñó, que no es su pasión, que no disfruta, pero que al menos le permite mantenerse.

Desde #Cedinem siempre entenderemos esta postura, no la compartimos, pero la respetamos y por supuesto siempre animaremos y ayudaremos (de forma desinteresada) a toda aquella persona que nos pida un consejo profesional para buscar otras alternativas que le ayuden a salir de esta “amargura” si es su caso.

Pero con este post no pretendemos entristecer a nadie sino animarlo a seguir luchando, aún en contra de la corriente.

Si me lo permitís os voy a contar un cuento que una vez oí y me dio mucho que pensar.

Hace tiempo en la India, un ladrón corría escapando de los guardias. Había cometido un robo. Viéndose casi perdido cogió la joya robada y la metió en el bolsillo de un mendigo que se encontraba durmiendo en la calle con la esperanza de luego poder volver a él y robársela de nuevo. Pero fue encontrado por la guardia y tras una lucha con ellos, murió. La joya valiosísima se encontraba entonces en los bolsillos de mendigo, ahora este mendigo se había convertido en un hombre muy rico dado el valor de aquella joya. Tenía riqueza suficiente como para vivir de forma cómoda el resto de sus días, pero como nunca miraba sus bolsillos, no se dio cuenta de la riqueza que llevaba en ellos y vivió el resto de sus días totalmente en la miseria.

Moraleja:

Mira bien en tu interior, nunca sabrás realmente lo que hay si no lo haces, podrías encontrar tesoros ocultos.

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